sábado, 19 de enero de 2013

Bailabas.

Me acariciaste la nuca y me relajé. Me sonreíste y como el chamán de Indiana Jones en el templo de la perdición me arrancaste el corazón. Me lo enseñaste y yo sonreía con lágrimas en los ojos. Bailabas sobre él, mientras yo sonreía.

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