lunes, 5 de marzo de 2012

Aquel verano: Olga

Ella. Para empezar a explicaros como era tendréis que haber disfrutado alguna vez de un concierto de jazz. Suave con un ritmo constante del bajo, su piel y mis latidos. Entonces entra el saxo, sus curvas. Ahora la cantante con un grito casi improvisado que no te esperas, su mirada en busca de mis ojos que miraba su saxo. Me regaló una sonrisa, porque sabía que me gustaba el jazz que estaba oyendo.
Fumaba suave, relajada. Expulsaba el humo de una forma tan sensual que deseabas guardarlo en un bote para abrirlo en las noches más solitarias.
Cuando hablaba dejaba las palabras llenas de carmín. Deseaba que me hablara cada más cerca, a la vez que deseaba que sus bragas estuvieran cada vez más lejos de ella.
Jugaba conmigo como quería. Lo sé porque su novio estaba allí: Carl.

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