viernes, 1 de marzo de 2013

Reir tarde.

Me preguntaste si podías pasar. Te dije que claro, que el problema es que quizá luego no querrías irte. Dos cafés y tres cachimbas después nos habíamos resumido los últimos dos años. Te reías y pensé que tampoco lo habría hecho tan mal. Me preguntaste si bailábamos. Bailar en mi salón nunca había sido una opción. Te reías y pensé que tampoco lo habría hecho tan mal. Nos despedimos y me dijiste que a veces era tan tonto como quién enciende la luz para poder ver la oscuridad. Debía ser verdad porque lo entendí tres semanas más tarde.

2 comentarios:

  1. al cazador cazado se le ha escapado la presa pero, de todas maneras, ha caido.

    ResponderEliminar
  2. Presas que suelen volver a enseñarnos los dientes después de bastante tiempo, y se largan, sin más.

    Un saludo desde http://retales-de-mis-noches-de-insomnio.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar