Me acuerdo que entraste en el bar y
antes de que volviera a intentar que nuestras miradas chocaran por
casualidad, tú ya estabas a mi lado. Me dijiste: '— ¿Discutimos?'
y yo que no entendía te dije: '— ¿Cómo?' entonces me explicaste:
'— He oído que las reconciliaciones son la hostia, y contigo estoy
seguro que será un poco más que eso.' Me dejaste roto nena. Me
acuerdo que camino a tu piso discutimos sobre mi tono de voz, sobre
tu gorro, sobre el color de mis calcetines, sobre el olor de la
calle, sobre el tamaño de las monedas... Y sí, tenías razón. Las
reconciliaciones son la hostia.
Genial. :D
ResponderEliminarY sí, las reconciliaciones son la hostia, jeje Pero mejor no tener razón para discutir, o discutir por tonterías de la vida.
Un abrazo,
Alma. Yo también te sigo =)