domingo, 13 de marzo de 2011

Sólo ida.

El problema de cambiar de ciudad no es lo que dejas atrás. El verdadero problema es no dejar nada detrás. La amarga sensación que recorre tu garganta antes de pronunciar: 'Sólo ida.' a la taquillera del tren. El problema no es irte, es volver y que nadie te espere. El problema de irte es darte cuenta que no hubo, ni habrá nadie.
Cuando cambio de ciudad debería sentir un vacío. Pero es la misma sensación que cuando llevo un tiempo en ella.
Es posible que con tanto cambio en realidad espere un: 'No te vayas.' O quizá me voy para no tener que oírlo.

3 comentarios:

  1. Sentarse en el tren y no tener por quién llorar, ni tener quien llore por tu partida, es desolador.
    Pero lo hace todo más fácil al fin y al cabo.

    O no.

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  2. Oye oye oye, que si querías que llorase solo tenías que pedírmelo. No hace falta ponerse taaaaaaan dramáticos.

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  3. Arg, qué melancólico, joder. Estupendo.

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