jueves, 24 de marzo de 2011

De vuelta.

Un grito corta la noche como lo hace un cutter en las penas del yonqui. Aún así sigo en la azotea del frente mirando tu ventana. Te veo la cabeza asomando por el sofá, mientras mueves el brazo continuamente. Me excita la idea más idónea, pero la lógica me dice que estás comiendo palomitas. Poca gente busca gemidos viendo a los hermanos Marx. Sé que buscas reír ¿y quién no lo busca en esta ciudad?
'Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…'
Quizá Groucho acaba de decir esta frase o quizá otra, pero nunca lo sabré. Desde esta azotea sólo veo tu espalda. Podría lanzar algo contra tu ventana con la esperanza de ver tus ojos, no de frente, pero sería lo más cerca de mirarte a los ojos.
He vuelto a esta ciudad, como otros tantos viajeros antes, pero al contrario que ellos no vuelvo más valiente, ni más fuerte, ni con más experiencia, ni más sabio... sólo más viejo.

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