jueves, 13 de junio de 2013

Me escondo.

Me comporto como un animal y al rato como un cachorro metiendo mi cara entre tu muslo y el colchón.
Dejame pasar la mañana aquí, prometo no molestar.

miércoles, 5 de junio de 2013

Emisor.

Me acuerdo que era verano, tenía siete u ocho años y todos estaban tomando la siesta. Yo estaba con mis juguetes, en el suelo del salón cuando me llamaste y me hiciste un gesto para que te siguiera. Me llevaste hasta la pila, que estaba llena de agua en el corral y me explicaste que había que vivir el momento, intentar ser feliz y cumplir las metas. Entonces cogiste mi cabeza y la metiste en el agua. Recuerdo como pensé que era una broma, hasta que empezó a escocerme la nariz, golpeaba con las piernas para escapar, el dolor en el pecho del mármol de la pila. Como las burbujas de aire golpeaban mis ojos que estaban abiertos. Me dejaste salir y tomé una larga bocanada de aire. Apenas conseguía llorar, cuando me dijiste que nadie era inmortal, que somos una especie frágil y podemos dejar de existir en casi cualquier instante y por eso había que vivir el momento.
Eras (y seguirás siendo) un puto alcohólico, pero sabías hacer llegar el mensaje.