martes, 22 de mayo de 2012

Házme el seis, Moisés. Mientras nos mira Jesús.

Eras la mejor sexóloga cristiana de tu promoción. Te sentabas en la parte de atrás del autobús. Eras mala, mala. Soñabas con que Jesucristo te dijera cosas sucias al oído. 'No se trata de quién es mejor, sino de a ver quién cuenta más falos.' Le decías a tu amiga en las fiestas. Soñabas con que Moisés de dijera: 'Te voy a hacer el seis de la lista.' Te excitabas con tu sombra. Igual que tú 'pero con la boca cerrada.' Te decías mientras hacías el nueve de la lista.

martes, 15 de mayo de 2012

Hambre.

“¿Alguien sabe a cuánto está el gramo de vida? Puedo vender los años que hagan falta para que mi hija coma mañana. No quiero que regale sus gramos a la Muerte. Rompí ayer la mesa del comedor para que no recuerde dónde bailaba la sopa las noches del pasado.” Que el hambre nos una.

domingo, 13 de mayo de 2012

Agótame. Utilízame.

Quiero que me gastes como la última calada de tu cigarro, como el ultimo trago de tu cerveza, como los ultimos gramos de la noche. Agótame, agótame. Házme gozar, házme chillar. Que sea yo quien te pida un respiro. Quiero ser con el que gozas cuando te masturbas. Agótame. Y mañana cuando salga el sol que sonría cuando vea que me has utilizado.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Perros.

Entraste en aquel bar como una niña entrando en la perrera buscando al perro más sucio, para no cogerle cariño en caso de tener que abandonarlo. Quién te iba a decir que acabarías tan sucia como yo. Chillando a la luna. Yo porque me hacía gracia. Tú porque te excitabas como una perra.

martes, 8 de mayo de 2012

Desde la azotea.

Desde la azotea veíamos pasar a las putas y mareantes de aquella noche. Pero no era el plan principal de aquella noche de octubre. Tampoco era el plan principal lo que ocurrió, pero lo aceptamos. Al igual que acepté hace tiempo que cada mañana mi aliento oliera a tabaco y mi almohada a vomito. Aceptamos que nuestros ombligos se juntaran tanto como nuestra piel permitió en esta sucia y decadente ciudad que nos vio crecer. Los dos buscábamos olvidar que estamos tan solos como la falta de compañía nos permitía. Tan solos como… la farola del callejón se queda cuando la rubia con su bolso y minifalda se va. Ahora busco tu mirada y tu voz en cada barra de cualquier bar en el que acabo antes de que salga el sol. Cuando la encuentro me miento y pienso que no me haces falta. Pero te necesito como el primer cigarro de la mañana, quizá por placer o por saber que hay alguien igual de desquiciado en esta ciudad. Pero te busco y cuando te encuentro, vuelvo a empezar como el más estúpido de los perros que vuelve a por el palo cuando el cretino de su dueño lo vuelve a lanzar.
Nunca lo sabrás, pero tras aquella noche de octubre, una sonrisa renació una mañana de noviembre. Pero tras esa mañana volvió a morir, quizá para que tú la salves de nuevo, quizá porque debe ser así.
Mientras yo sigo en las azoteas viendo como la gente de esta sucia ciudad se mata dejando más vida en las cloacas que en sus calles.